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El Monte Arabí es una modesta elevación perteneciente a Murcia pero situada en los límites provinciales con la de Albacete, cerca de la población de Yecla.
Su elevación no es muy considerable, solo 1064 m pero al estar situada en un altiplano de 800 m, de lejos aparenta ser una enorme isla rocosa en medio de una inmensa llanura. Y sus laderas esconden unos tesoros geológicos y arqueológicos interesantes y la visita va dirigida a descubrirlos.
Desde Alicante debemos llegar a Villena y de ahí dirección Yecla, pasar la población y continuar por la carretera MU-404 dirección Fuente-Álamo unos 15 kms.
En medio de la gran llanura (y de una carretera en deplorable estado) encontraremos un desvío a la derecha marcado por un pequeño cartelito verde ("Monte Arabí") aquí ya veremos el perfil del monte en la distancia. Tras 1,3 kms rodeamos la primera casa que veamos (Casa Don Lucio) para coger un camino de tierra que nos llevará ya directos al inicio de la ruta tras unos 2,5 kms de pedregoso trayecto.
Llegamos a un claro, a una plazoleta, lugar adecuado para dejar el coche porque la continuación ya se encuentra vallada y es el inicio oficial porque aquí encontraremos un panel informativo de la zona y un poste con direcciones, el PR-MU 91. Comenzamos a andar y nos dirigimos a la Casa del Guarda.
Antes nos acercamos al panel y observamos la información y el itinerario que se puede hacer por la zona observando que el PR solo se centra en la parte arqueológica y geológica, el ascenso a cima es por nuestra cuenta.
Pasamos el vallado y avanzamos por un camino de tierra ancho y con buena arboleda a nuestro alrededor, el primer objetivo es llegar a la Casa del Guarda y llegaremos en tan solo 500 metros, realizando un par de ondulaciones en ascenso.
Antes de llegar destacable un enorme pino camino de la veintenta de metros de altura y un perímetro de tronco inabarcable.
La Casa del Guarda es un bonito paraje rehabilitado recientemente en el que encontraremos merenderos, una escalinata para acceder a ellos, la propia casa de grandes dimensiones y grandes árboles a nuestro alrededor, al igual que algún material rústico del pasado como adorno-monolito.
Desde aquí se puede empezar a divisar unas bonitas y plácidas vistas a las llanuras del norte de Murcia.
Damos la vuelta a la casa y justo a su espalda está la continuación, ahí encontraremos un poste y un desvío para la visita al Arabilejo y sus petroglifos que dejamos para el final.
Continuamos recto dirección "Cueva de la Horadada" unos cuantos metros y llegaremos a un gran claro, a una zona con apariencia de haber sido zona de cultivos en el pasado pero que actualmente está yermo y pleno de matorral, estamos más cerca de la faldas del Arabí.
La continuación oficial del PR gira a la derecha para acercarse sin más dilaciones a las joyas del monte que son las pinturas rupestres, los grabados y la gran cueva horadada, pero en nuestra ocasión giramos en sentido contrario, a nuestra izquierda y avanzamos por un amplio camino de tierra. Nuestro primer objetivo es su cima.
Nada más empezar a andar encontraremos una mini-poza habilitada para favorecer las poblaciones de anfibios.
Proseguimos y el camino tiene cierta tendencia a girar a la derecha conforme avanzamos para empezar a encarar el ascenso del Arabí por su "cola".
Aparecerán a nuestra izquierda pequeños campos de cultivo de olivos y cuando lleguemos a una segunda mini-poza para los anfibios junto a ella está la continuación del camino que aquí ya empieza levemente a ascender y a estrecharse.
El ascenso es muy sutil, sin grandes rampas que favorecen un progreso y un ritmo armonioso, sin complicaciones. Esto nos permite ir disfrutando del entorno y de las vistas e ir comprobando las caprichosas formas de las rocas que poco a poco van apareciendo por el camino. Estamos rodeados de buena arboleda.
Si nos fijamos en la parte alta del Arabí ya llegamos a vislumbrar su vértice y … ¿un pequeño claro de luz en sus rocas?
El camino poco a poco empieza a realizar un giro a la derecha y al frente aparecerá una franja rocosa y el camino aparenta dirigirse hacia ella directamente.
Tan solo cuando estamos a escasos 20/30 metros advertimos que la franja rocosa tiene una fractura "artificial", una especie de collado que permite salvar la pared rocosa.
Al pasar el "collado" vemos que al frente tenemos otra franja rocosa igual a la sobrepasada pero a esa ya no llegaremos, aquí la vegetación y la arboleda es más frondosa, más alta y estamos mejor cobijados.
Seguimos ascendiendo pero con bastante comodidad. Solo en la parte final es cuando podremos encontrarnos alguna "rampa" a tener en cuenta, pero siempre dentro de cierta facilidad.
Es en esta parte final donde el sendero de tierra se intercambia por grandes placas de roca en el suelo, como enormes baldosas pétreas y la arboleda nos atrapa. Estamos llegando a la cima.
Llegamos al vértice, a la cima del Arabí y ante nosotros la parte este, el enorme precipicio de verticalidad extrema, la inmensa llanura del norte de Murcia.
El vértice está situado en un lugar extremo a escaso metro de los precipicios.
El ascenso ha sido fácil y corto pero vale y mucho la pena llegar hasta aquí para poder obtener tan magníficas vistas.
Si continuamos unos pocos metros pasando el vértice encontraremos la explicación de porque veíamos luz entre las rocas de la cima.
Y es debido a que la propia cima está fracturada, una pequeña porción (la parte más extrema) está separada del resto mínimamente, aunque podríamos llegar con un pequeño pero arriesgado sube-baja.
Esta parte final de la cima fracturada está constituida por enormes placas con forma sedimentaria, como por láminas de rocas colocadas una encima de la otra dándole al lugar un aspecto interesante.
Al sur la enorme llanura del norte de Murcia aunque podemos llegar a vislumbrar e identificar alguna de las sierras que tenemos a lontananza, aunque más por su forma como la del Carche (alargada-seguido de pico) o la Pila (2 picos hermanados).
Al norte tenemos una interesante mirada, la enorme franja rocosa inicial que veíamos al inicio de la jornada, como un brazo alargado del Arabí, pero llama más la atención la frondosa pinada que tiene en su parte superior. Más al norte más llanura y un mar de blancos y modernos molinos de viento ya de Albacete.
En el borde del precipicio, junto al vértice podemos aprovechar el privilegiado lugar en alto para especular y observar por donde pasaremos posteriormente tan solo mirando hacia abajo.
Desde ahí veremos hacia nuestra izquierda la zona acotada de las pinturas rupestres y si empezamos a observar detenidamente por entre la zona rocosa podremos llegar a adivinar donde está la enorme Cueva Horadada, pues aunque no veremos la misma cueva sí su abertura superior, su enorme agujero en el techo, su claraboya.
Después de un pequeño descanso y del disfrute de vistas continuamos la marcha por un sendero que sigue en paralelo el borde del precipicio por escasos metros y que continuamente desciende, continuamos con arboleda.
El sendero no es muy claro y tan solo está señalizado por algunos hitos de piedra pequeños y desperdigados.
Tras un descenso continuo el sendero hace un cambio radical, de pronto gira a la derecha y empieza a descender más directamente, como saliéndose del monte, de la arboleda, pero en ese momento podemos aprovechar para mirar hacia la derecha y observar la parte alta del Monte Arabí y su bonito cinturón de rocas.
El sendero se dispersa un poco y hay que estar atento a no perderlo, realmente estamos realizando un pequeño rodeo para poder sortear un pequeño barranco interno del Arabí que tan solo intuimos porque está escondido entre la arboleda.
Pero este pequeño rodeo nos permite acercarnos a auténticos balcones, a miradores de roca que nos harán disfrutar de unas magníficas vistas. Pasaremos por zonas de piedra lisa que dan la sensación de estar pasando por la parte superior de búnkeres naturales o de pasarelas petreas. Muy buenas sensaciones.
Poco a poco el sendero vuelve a girar hacia la izquierda para retomar dirección norte y terminar así el rodeo dirección oeste.
Realmente no tiene pérdida el sendero aunque hay que ser fiel a él para no terminar perdidos entre matorrales. Cuando empezamos a ver claramente las llanuras del norte hemos terminado el mini-rodeo.
Continuamos por el sendero y ahora hay que estar atentos a un desvío que particularmente me pareció muy peliagudo de localizar. Si miramos hacia abajo a nuestra derecha cuando ya vamos dirección oeste ya veremos en alguna ocasión el sendero de continuación más abajo porque discurre en paralelo al nuestro, pero … ¿Cómo llegamos a él? Aunque se podría hacer campo a través, hay algo de verticalidad.
En un punto determinado del sendero un diminuto hito nos advierte de un giro en forma de cuña a realizar para descender y coger el sendero de continuación. Muy fácil de no verlo y pasar de largo.
El cruce-cuña es un paso rocoso rodeado de arboleda y sombras en el que cambiamos de desnivel y de dirección (un medio giro), una vez localizado lo dignifiqué debidamente y coloqué otros 2 hitos más de confirmación de dirección para que sea más fácil de localizar.
Tras el cruce-cuña cambiamos la dirección de marcha a sureste por un sendero bastante obvio y que avanza entre grata arboleda. A nuestra izquierda sin ningún impedimento visual una gran llanura.
El sendero finalmente llega a un gran claro, a una zona pétrea en alto, las vistas a nuestro alrededor se magnifican pues realmente estamos en pequeños pedestales de roca junto a precipicios.
Desde el gran claro en alto se intuye un mar de piedras lisas más abajo, entre las copas verdes de los pinos y el sendero continua hasta ellas.
El sendero tenía previamente un desvío que permite llegar a la Cueva Horadada por su parte alta, a la claraboya, y lo haríamos si giramos en un momento determinado a la derecha, pero en esta ocasión decidí continuar descendiendo, el sendero es más obvio descendiendo aunque confieso que el sendero hasta la claraboya lo descarrié no se si intencionadamente o sin querer porque intuía que más abajo había más interés.
Y así es, el sendero finalmente alcanza lo que denominaría un mar en calma de piedras lisas, un singular y espectacular lugar en el que podemos deambular por la parte alta de enormes y gigantescas rocas pulimentadas por el paso de los años.
Pequeñas explanadas pétreas con formas sinuosas y curvilíneas, tenemos la sensación de estar andando por los tejados de casas de piedra o de búnkeres.
El lugar tiene el añadido de que las copas de los pinos superan a las rocas y nos permite estar rodeados a la vez por el ramaje de los árboles, una combinación sugestiva, como de estar metido en algún laberinto de rocas en el que las paredes son las ramas de los árboles y para salir de él hay que buscar la mejor combinación de rocas.
Durante el avance hay que llevar extrema precaución al acercarse a los bordes de las rocas pues estas poco a poco descienden abruptamente. El lugar es muy bonito, espectacular, pero siempre con cuidado.
Obviamente por aquí no existe sendero, tan solo hay que escoger las mejores opciones entre las enormes rocas para seguir avanzando armoniosamente sin alejarnos de nuestro siguiente objetivo que intuimos no debe estar muy lejos. En algún momento podemos apreciar algún sendero entre las rocas que nos permitirá un mejor avance.
El lugar es espléndido, llamativo, de una belleza geológica notable, hasta diría divertido, un magnífico lugar en el que las rocas y piedras han ganado la batalla y nos han absorbido.
Finalmente el mar de rocas termina, salimos de ellas. Explicar el trayecto que realicé por ellas es bastante complicado, tan solo hay que ser intuitivo y usar el sentido común.
Al salir de la zona rocosa pasaremos a una zona "llana" y encontraremos señales del PR, en algún punto del laberinto pétreo enlazamos con él y si lo seguimos llegaremos directamente al otro estandarte del monte, la Cueva Horadada.
Para llegar a ella hay que realizar un pequeño ascenso de escasos metros desde el sendero.
En su entrada y perfectamente alineados 2 gigantescos pinos hacen de enormes columnas y así disimular la presencia de la cueva o quizás para darnos la bienvenida y advertirnos que vamos a entrar a un lugar muy especial.
La cueva es espectacular, la boca principal tanto en anchura y altura deben rondar los 15 metros pero formando una curiosa forma triangular y la profundidad también es bastante importante aunque todo su interior está escalonado.
Podemos deambular perfectamente por su interior pero continuamente subiendo y bajando los peldaños que la escalonan.
Esta gran pendiente nos hacer subir y adentrarnos a la cueva y acercarnos a lo más llamativo de ella, su claraboya.
El lugar no es la típica cueva oscura y lúgubre, llama mucho la atención su segunda abertura, esta vez en el techo a modo de enorme claraboya, que permite que un gran haz de luz ilumine el interior y a la vez poder observar perfectamente el cielo azul.
Pero alcanzar la claraboya es imposible, debemos conformarnos con mirar hacia arriba con un gran giro de cuello y observar tan curioso agujero formado como si estuviéramos en el fondo de un gran pozo.
Hay que añadir que las paredes interiores están cinceladas por la naturaleza creando bonitas formas y caprichosos diseños que nos hipnotizarán.
La cueva es sin duda un lugar muy curioso, muy llamativo, diría que hasta mágico, uno de esos sitios de obligatoria visita que no debe dejarse pasar.
Un lugar perfecto para realizar un pequeño descanso y el avituallamiento y así poder admirar y contemplar la cueva con más tranquilidad.
Dejamos la cueva y seguimos avanzando ahora por un sendero y en un centenar de metros llegaremos a una zona circular delimitada con unos postes individuales metálicos a modo de valla, es la zona acotada de las pinturas rupestres. Se tomó la medida de delimitar la zona para preservar las pinturas.
Por tanto observarlas de cerca es imposible, debemos conformarnos con rodear la valla y contemplar el interior del lugar en la distancia e intuir donde están.
En la zona de la valla encontraremos carteles del PR-MU 91 que terminará de encauzarnos.
Tras la zona de pinturas rupestres subimos por una escalinata metálica para alcanzar un pequeño altiplano desde el cual tendremos una vistas perfectas a la zona de las pinturas rupestres, la gran llanura que rodea el monte y en la distancia a la entrada de la cueva aunque algo escondida por los pinos de la entrada.
Desde este altiplano podríamos llegar hasta la parte alta de la cueva, una opción para quien quiera alcanzar la zona superior donde está la claraboya natural, en esta ocasión continué camino.
Un gran pasamanos nos guía hasta el inicio del sendero que nos llevará directamente hasta la Casa del Guarda.
Este sendero ya no tiene pérdida, es prácticamente llano y a su paso saldrán enormes rocas con curiosas formas que debieron caerse de la ladera del monte, porque si miramos hacia la ladera del Monte Arabí le veremos grandes boquetes y pequeñas cuevas con sinuosas formas.
En el único cruce de camino que aparezca seguimos por la derecha para así llegar a una zona con un gran claro, la de apariencia de haber sido zona de cultivos en el pasado y por la que ya pasamos al principio de la ruta. De ahí a la Casa del Guarda llegaremos en pocos minutos.
Pero metros antes de llegar a la Casa del Guarda llegamos al cruce que tenía una dirección que nos llamó la atención al principio "Arabilejo y Cazoletas", el que dejamos para el final.
Cogemos el camino y en quinientos metros llegaremos a una zona bien señalizada, a los petroglifos del Monte Arabí, en las cercanías del denominado Arabilejo, un pequeño cerro separado del Monte Arabí.
Los petroglifos son grabados sobre roca realizados miles de años atrás y que son considerados arte esquemático (estilo figurativo en el que sólo se representaban las partes básicas de las figuras, eliminando todos los demás) en esta ocasión aquí encontraremos cazoletas (pequeños agujeros) unidos con finos canalillos.
Encontraremos un cartel prestando la información necesaria para entender donde estamos, el por qué del lugar, como los hacían y la antigüedad de los grabados.
Junto al cartel se encuentra la figura más representativa del lugar pero si empezamos a deambular por la zona (una franja en el suelo rocosa de unos 100 metros) encontraremos esas cazoletas unidas por canalillos repartidas por el lugar, en ocasiones no tan obvias y en otras muy claramente, unas diminutas, otras enormes, por unos metros desaparecen para luego aparecer en grandes cantidades … por unos minutos nos volvemos arqueólogos en busca de petroglifos.
Podemos intentar interpretar (especulando obviamente) lo que querían expresar con esos dibujos-grabados pero todo quedará en eso, especulaciones.
Volvemos sobre nuestros pasos y al llegar a la Casa del Guarda descendemos por el camino principal hasta el claro donde tenemos el coche, terminamos ahora sí la ruta.
Al llegar al coche y marcharme del lugar me fui con la extraña sensación de no haber visto todo, de dejarme cosas, de querer volver otra vez en el futuro.
Aunque la ruta es fácil y corta la cantidad de puntos interesantes que ofrece el Monte Arabí lo convierte en un lugar totalmente recomendable, uno de esos lugares que merece la pena conocer y que no dejará indiferente a nadie.
Un lugar donde se combina a la perfección el senderismo, la geología y hasta la arqueología.

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0	Inicio ruta	00:00
1	Casa del Guarda	00:10	00:15
2	Cima	01:10	01:40
3	Cruce en cuña	02:10
4	Cueva Horadada	02:35	03:10
5	Pinturas rupestres	03:15	03:20
6	Petroglifos	04:05	04:25
0	Fin ruta	04:40

FECHA	Octubre - 2014
NIVEL DE RUTA	Bajo
TIPO DE RUTA	Circular, excepto tramo inicio
ALTITUD CIMA	1064 m
TIPO CIMA	Pico
KMS RECORRIDOS	9
PR-V/s USADO/s	PR-MU 91 Parcialmente